¡Esta es una revisión vieja del documento!
Esta página tiene la finalidad de abordar temas relacionados con la incorporación de la dimensión espiritual del ser humano en el ámbito organizacional. No pretendemos reflexionar aquí sobre los peligros del materialismo exacerbado sino simplemente presentar algunos elementos para la reflexión y la acción en cuanto a la espiritualidad y nuestra forma de trabajar que podrían mejorar significativamente nuestra calidad de vida.
En civilizaciones antiguas, en comunidades tradicionales y en diferentes religiones se percibe aún el lazo que vincula lo sagrado con aspectos relacionados con la economía de producción de alimentos y útiles necesarios para la subsistencia. Esto puede ser incluso corroborado a nivel de las escrituras sagradas de diferentes religiones. Posiblemente con la irrupción de las máquinas a vapor y la automatización de procesos productivos en la revolución industrial este lazo comienza a perderse.
Las fiestas de carnaval, el proceso de elaboración de comida kosher, la prohibición o no de algunos tipos de alimentos según la religión, las fiestas de inicio de cultivo y luego de cosecha que aún subsisten en culturas aborígenes, así como las ofrendas a Pachamama de las culturas andinas son algunos ejemplos de la espiritualidad que permea procesos productivos.
Cómo dijimos, los lazos entre espiritualidad y economía, fueron desdibujandose principalmente con la irrupción de la máquina y por ende del materialismo como modelo económico. Perdido el lazo entre lo sagrado y la materia (y la producción de la misma), también los modelos productivos y las relaciones laborales se transforman. Actualmente podrían considerarse vestigios de “lo espiritual” en la cultura organizacional; las celebraciones de aniversario institucional, los brindis de fin de año y de inicio o conclusión de proyectos.
Suponemos que el modelo materialista llega a su pico entre la segunda mitad del siglo 19 y la primera mitad del siglo 20. Siendo algunos hitos; la crítica al modelo capitalista presentada por Karl Marx en “Das Kapital” y la emergencia del comunismo como contrarrevolución, las guerras mundiales y la bomba atómica. El máximo hito del modelo materialista es la energía nuclear que supone el dominio omnipotente del hombre sobre la materia y el consecuente riesgo de autodestrucción. Este riesgo, una vez analizados los resultados devastadores de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, plantean la necesidad de revisar valores y creencias subyacentes en las diferentes culturas, religiones y pueblos para construir lenguajes y mecanismos de dialogo planetario. El 24 de diciembre de 1968, con la llegada del hombre a la luna y la primera imagen de la tierra vista como una gota de agua en un mar de oscuridad (http://www.hq.nasa.gov/office/pao/History/alsj/a410/AS8-14-2383.jpg), se plantea la fragilidad de la humanidad confinada en un pequeño oasis en medio de la vastedad del espacio. Con el término de la guerra fría se aleja el riesgo de destrucción nuclear pero al mismo tiempo la maximización del modelo capitalista, basado en el consumo, agota la capacidad de regeneración de la naturaleza. Finalmente, el 11 de diciembre de 1997, a casi 30 años de concienciación de la fragilidad planetaria; con el tratado de Kyoto (http://unfccc.int/resource/docs/convkp/kpspan.pdf) se inicia un compromiso planetario por la supervivencia de la especie humana. La emergencia de la “aldea global”, el calentamiento global y de la bio y nano tecnología son nuevas formas de percibir y organizar el mundo a partir de la toma de conciencia presentando nuevos futuros esperanzadores al mismo tiempo de nuevos riesgos para la humanidad.
Es en este marco de la conquista de la materia y del control absoluto en que se presenta el tedio y el vacio existencial occidental. Se tiene todo (materialmente) y al mismo tiempo nada (internamente, espiritualmente).
Referencias: http://www.apolloarchive.com/apollo_gallery.html http://unfccc.int/resource/docs/convkp/kpspan.pdf
y de gestión. de la espiritualidad en los ámbitos de gestión de abordar la temática de la