¡Esta es una revisión vieja del documento!
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La inseguridad jurídica es motivo de estallido. El campo de la justicia no es cualquier lugar. Y es en este espacio en donde van estallando en nuestro país los más importantes acontecimientos. No es la reacción, la conducta, el tirar piedras lo que impresiona, en el caso Ycua Bolaños, impresiona el mensaje de la justicia: si no tenès dinero no podrás defenderte solo; podrás llorar, reírte, tirar piedras o lo que sea. El mensaje imperativo es claro, deberás tener dinero como sea, la justicia es una mercancía! El como sea es lo que se va ir imponiendo como regla de vida y el discurso político, el para fuera será cada vez mas sonoro, mas fuerte se gritará, pero no por eso dará vuelta al goce nocivo y ruinoso que se construye como tendencia ante actos jurídicos en que la verdad queda indeterminada. Casos tratados como este son los que en verdad nos detienen. Es la carga que nos hace lentos.
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La justicia no es la moderación, es el mensaje y el sentimiento que va dejando este caso, por eso se va convirtiendo en el fenómeno Ycua Bolaños. La consecuencia que se espera es la inseguridad socio-jurídica y su compensación será, con más insistencia aun, la corrupción y el culto mayor a don dinero.
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Parece que el dogma “lo que no está escrito no existe en el mundo jurídico” revela también la fragilidad de dicho discurso. Revela, ese dogma, que la verdad puede quedar fuera, de lado. El asunto termina, al parecer, si se logra tejer unos cuantos significantes quedando así la conclusión, la cosa juzgada, en el lugar de la verdad, pero la misma en otro lugar bien distanciado. Así se puede reprimir siempre al sujeto de la verdad y dejar en su lugar algo que cumpla esa función. Concluir algo es entonces formar una malla bien articulada. La verdad solo esta autorizada a aparecer en la sala de audiencias si se la hace entrar en las formas, como señala Miller cuando asocia el discurso jurídico como una forma de expresión del Discurso del amo o sujeto en su verdad reprimida o cuando se trata de velar una falla. Es así como la verdad en el discurso jurídico no está en cuestión, queda la misma en posición indeterminada.
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La reacción respecto a este caso fue respuesta a lo que se desnudó, es una reacción –horror. Intromisión de poderes, discursos culpabilizantes, morales, búsqueda en definitiva de controlar la memoria y los afectos. La reacción es consecuencia de la mordaza que el discurso jurídico tiene de imposición. Cuando la maniobra jurídica se desata apunta claramente a reprimir. Es delicado este discurso pero es asimismo necesario y es siempre positivo que no este solo, independiente pero no solo.
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El caso Ycua Bolaños y la reacción-horror no es un caso aislado, no pertenece a un campo inhumano, está encuadrado en algo esencial: la justicia social; convoca a la ciudadanía y las identificación frente al horror se generaliza, no se trata de calificar de cuerpo extraño, de infiltrados, a cientos de identificados.
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Lo que sucedió en el supermercado fue una tragedia, está bien determinado, como también lo están las causas, según pericias. La sentencia también está bien determinada, se dijo 5 años. Lo que está indeterminado es por qué la sanción es leve para una tragedia de esta magnitud, qué factor o elemento inspiró o cuáles fueron las razones para que la sentencia sea superficial y no precisamente justa. Hay una desconexión entre lo determinado y lo indeterminado. Esta desconexión es positiva pues es lo que obliga a que la investigación se abra. La reacción es: búsqueda y lo que se desea como ciudadanía es buscar salir adelante, no detenerse.
Genaro Riera Hunter Agape Psicoanalítico Paraguayo
Diario Ultima Hora, Domingo 10/12/2006Por Andrés Colmán Gutiérrez - andres@uhora.com.py
Está bien, lo confieso. He sido descubierto. No me queda más que admitir mi culpabilidad. Para el Gobierno de la República del Paraguay, soy un “infiltrado”. Uno más entre cientos o miles de ciudadanos y ciudadanas que el martes pasado sentimos en carne viva toda la indignación ante el grotesco y patético fallo de la Justicia en el caso Ycuá Bolaños, y expresamos de muchas maneras nuestra solidaridad con las víctimas.
Está bien, qué le vamos a hacer. Aparentemente no tenemos escapatoria. Ya lo dijo el propio ministro del Interior y lo repitió el vocero de la Policía, comisario Santiago Velazco. Como diría Les Luthier: ¡Nos descubrieron, al fin nos descubrieron! “Estamos detectando en esta manifestación ya elementos infiltrados, gente que no forma parte del grupo de familiares…”, dijo textualmente Rogelio Benítez la tarde del martes en Telefuturo, mientras sus policías respondían con pedradas a los ataques de los jóvenes exaltados, como si no fueran miembros profesionales de una fuerza de seguridad estatal, sino simples pandilleros de barrio.
Y como si sus palabras llegaran a través del túnel del tiempo desde la peor época de la dictadura stronista, el ministro insistió: “No podemos permitir que se perturbe la seguridad interna y el orden público, y menos por elementos contaminados, elementos infiltrados en esta manifestación, que tienen otros objetivos, no precisamente reclamar justicia…”.
Sí, lo confieso. Como muchos de los que salieron a la calle, no soy una víctima sobreviviente de la más grande tragedia del Paraguay (fuera de las dos guerras). Tampoco soy familiar de ninguna de las 358 personas que se calcinaron vivas en esa monstruosa ratonera mortal, construida contra todas las reglas de seguridad. Por lo tanto, según el ministro Benítez, no tenía ningún derecho a manifestarme contra la injusticia de la Justicia. “Infiltrado”.
Pero… ¿qué pasa si el fuego del Ycuá Bolaños no nos ha calcinado la piel, pero sí la conciencia? ¿Qué pasa si, desde el mismo día del trágico 1-A, nos duele el mismo dolor de quienes perdieron a sus seres queridos, de quienes perdieron no solo partes de su cuerpo, sino también de su alma, en ese infierno atroz que ni Dante hubiera imaginado? ¿Qué pasa si sentimos que en ese templo del dinero en el barrio Trinidad también se ha incinerado una buena parte del mismo corazón del Paraguay?
Sí, claro. Hubo manifestantes desbordados, que apelaron innecesariamente a la violencia y ocasionaron deplorables actos de vandalismo. También hubo oportunistas que aprovecharon el caos para cometer desmanes y saqueos. Deben ser debidamente individualizados y sometidos a la Justicia, al igual que los policías que cometieron abusos durante la represión y se ensañaron golpeando salvajemente a personas indefensas.
Pero convengamos en que la responsabilidad más grande es del Gobierno, que no tuvo la mínima capacidad de prever, ni de contener los desbordes, con un eficiente sistema de seguridad. Como es también una grave responsabilidad del Ministerio Público y del Poder Judicial, que pusieron al frente del juicio oral más grande e importante de la historia a fiscales y jueces de patética preparación, incapaces de responder a la altura de las expectativas no solo de la víctimas y familiares, sino de toda una sociedad que sigue clamando justicia, y que hoy tiene la indignada sensación de que, una vez más, triunfa la impunidad.
Así que, mientras el Estado paraguayo siga sin responder a los justos requerimientos del pueblo, no habrá más alternativa que continuar siendo “infiltrados”, no solo en el caso Ycuá Bolaños,sino en todos los casos que demanden nuestra más legítima solidaridad, mal que les pese al ministro del Interior y al vocero de la Policía.
Diario Última Hora, domingo 10 de diciembre de 2006 Por Alfredo Boccia Paz
¿Ocuparán las protestas callejeras del martes un lugar relevante en nuestra memoria colectiva? ¿Ganará ese día –¿qué fecha fue?– algún simbolismo en el futuro? Lo dudo. Fue una jornada que terminó con demasiada tristeza, con demasiada frustración, como para que perdure en el recuerdo. Eso no significa, sin embargo, que la violencia desatada no haya dejado mensajes para el que quiera entenderlos.
Nada de esto hubiera ocurrido sin toneladas de indignación y rabia acumuladas en silencio y durante meses. Como la última gota tarda una eternidad en llegar muchos interpretan que esa indolente pasividad no cambiará nunca. Y que, mientras, están autorizados a cometer cualquier abuso. Pero un día la paciencia se colma y el pueblo explota en forma de asustadoras turbas. Es el día en el que ocurre el error de cálculo. Ocurre raramente, pero ocurre. La muerte de Argaña fue eso: un error de cálculo. Quienes lo mandaron ejecutar no imaginaron que las protestas en la plaza alcanzarían dimensiones incontrolables. Eso no estaba en los cálculos de quienes escribieron el libreto del magnicidio.
Los diputados opositores que tienen pensado vender su voto a favor de la reelección de Nicanor están calculando el tamaño del enojo ciudadano. Saben que existirá, pero creen que será efímero. Por eso escribía la semana pasada que la única manera de evitar el soborno era hacerles ver que podrían cometer un error de cálculo. Perdone que me cite: “Que sientan que si lo hacen podrían ser víctimas de un linchamiento social. Ese es, además, el único idioma que entienden los traidores: el miedo”.
Lo del martes pasado debe ser anotado en el inventario de estos errores de cálculo. El caso más lacerante de toda la historia jurídica paraguaya llegó a su etapa final en medio de rumores, de desconfianza, de jueces siendo fotografiados en actos sociales cuando debían dictaminar y de la angustia creciente de familiares y víctimas. La desprestigiada Justicia paraguaya enfrentaba una prueba de fuego. Y, pese a todo eso, hubo quienes pensaron que no había mayor riesgo en seguir haciendo lo de siempre. Enorme error de cálculo.
Luego se mostrarían sorprendidos ante la violencia de los manifestantes. Y cuando la quisieron detener –con más violencia– la ciudad ya era un caos. El mismo que conmovió a un sistema judicial que hasta ahora no sabe cómo reparar la absurda desproporción entre los casi cuatrocientos muertos y las minúsculas penas.
Los que se escandalizan del vandalismo de los “infiltrados” en las protestas nunca dijeron nada del vandalismo jurídico que deja impune por prescripción de la causa a siete de cada diez acusados por corrupción pública. Pero, en el fondo, ¿qué esperaban? ¿Qué la gente creyera resignadamente que el apego puntilloso a la letra de la ley, en contra del sentido común, ocurrió a cambio de nada? ¿Que la gente no pensara en soborno? ¿Qué, en todo caso, no se enojaría tanto?
Para mí, fue un error de cálculo, de cuyas consecuencias hoy están asustados.
No será probablemente una fecha para recordar. Fue un día en el que todos perdimos. Pero, ya lo ve, dejó mensajes claros. Desde el martes pasado, la desvergüenza cuesta un poco más.
Ante los graves hechos ocurridos en la ciudad de Asunción en la fecha de hoy, derivados por la falta de una Justicia proba, independiente y solvente en el Paraguay, las organizaciones de la sociedad civil que suscriben este posicionamiento se dirigen a la opinión publica para manifestar cuanto sigue: Los graves sucesos de hoy tienen la exclusiva responsabilidad del Poder Judicial, capturado por elites de poder que responden a intereses extra judiciales y partidarios. 1. El poder discrecional que detentan los jueces, que hace poco tiempo condenaron a 8 años a un ex presidente por un faltante de 300 mil dólares, y a los responsables de 400 muertes van a condenar solo a 5 años. Es decir, un caso de robo de dinero recibió mayor condena que un caso de 400 muertes de personas. 2. Responsabilizamos de estos hechos al Poder Ejecutivo de la Nación, en las personas del Presidente de la República y del Ministro del Interior por la falta de conducción y orientación a la Policía Nacional en la contención y restitución del orden publico. 3. Reclamamos la libertad de los defensores de derechos humanos que estaban auxiliando a los heridos, de los menores de edad detenidos y de todos los ciudadanos y ciudadanas victimas que estaban participando de la manifestación 4. Exigimos al Jurado de Enjuiciamiento la inmediata destitución de los Jueces responsables de este caso por incompetentes e irresponsables en la sagrada función de administrar justicia para forjar el bienestar y paz de la sociedad. 5. Pedimos la conformación de un Tribunal de Sentencia que considere el grave daño social ocasionado por el suceso del 1 de Agosto y no un mero formalismo procesal que no conduzca a la reparación de las nefastas consecuencias del trágico suceso. No más de impunidad, ni protecciones a bienes jurídicos materiales por encima del Derecho a la vida
Asociación de ONGs del Paraguay, POJOAJU. o Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay, CODEHUPY. o Red de Organizaciones Ambientalistas del Paraguay, ROAM o Red Rural de Organizaciones Privadas de Desarrollo. o Decidamos, para la expresión Ciudadana. o Red de los Puebles Indígenas del Paraguay. o Coordinación de Mujeres del Paraguay. o Coordinación por los Derechos de la Infancia y de la Adolescencia, CDIA. o Red de Radios Comunitarias, COMUNICA. o Red de ONGs TEKOKATU o Red Juventud. o Red de Entidades Privadas al Servicio de los Pueblos Indígenas en Paraguay
- Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY). Telefax: (595-21) 423 875 / www.codehupy.org - Asociación de ONGs del Paraguay. Tel/fax: (595 - 21) 496 858 Tel. 495 906 / www.pojoaju.org.py
Estudiantes, docentes y funcionarios de la Universidad Columbia del Paraguay hacen manifiesta su
DESAPROBACIÓN: • Sentimos repugnancia y nos da vergüenza compartir nuestro Paraguay con seres humanos que no valoran la vida, que tienen una práctica cotidiana corrupta, cargados de valores egoístas y materialistas. • Sentimos repugnancia y nos dan vergüenza estas autoridades cobardes, que manipulan las leyes “a discreción” con chicanerías, omitiendo pruebas fehacientes – e inicialmente tomadas como tales – por puro apetito de obtener ventajas particulares . • Calificamos el acto de los jueces y abogados que siguen favoreciendo a los responsables de la masacre del supermercado Ycua Bolaños de traición al pueblo.
No queremos gobernantes que solapen delitos de muerte.
EXIGEN: • Que se juzgue y sentencie, en la brevedad, con la pena máxima que corresponde a los delitos cometidos por los responsables de esta tragedia. • A las autoridades competentes la adecuada y rápida administración de la justicia de este y futuros casos criminales, sancionando a los jueces por el fallo injusto.
Y EXHORTAN A LOS/AS COMPATRIOTAS DE TODOS LOS RINCONES DEL PAÍS A: • Dejar el miedo y la indiferencia ante estas injusticias, a manifestar los sentimientos de repudio ante estos actos que violentan los derechos universales, exigiendo justicia y respeto. • Apoyar a los/as afectados/as en forma concreta alzando la voz, pidiendo justicia en todos los medios y lugares donde se pueda, participando de las marchas, sentatas, vigilias y otras actividades de manifestación pacífica.
Queremos compatriotas reflexivos y que tengan la capacidad de actuar y transformar su realidad en beneficio y desarrollo de la sociedad que lo alberga.
Todos/as estamos afectados/as por estos problemas, y somos parte y víctimas de este sistema corrupto.
Si no hacemos algo hoy , mañana te puede tocar a vos.