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rud:2005-11-26_mi_camino_y_mi_sueno

Mi camino

Mi intención es poder contarles algo de mi camino personal. Hasta hoy lo considero digno y me siento muy conforme con él, por lo que me animo a compartirlo.

Desde que me acuerdo tengo la necesidad de ayudar, creo que mucho fue inculcado por mis padres pero que también hay algo que ya venía “de fábrica”.

Alrededor de los 7 años:

Hace poco me contaron una historia que había olvidado, una niña estaba hospitalizada en el IPS, era pobre y se había accidentado en la ruta, la Cruz Roja, donde papá era voluntario, la había socorrido. Y cada tanto Papá iba a visitarla. Un día le preguntó a mi hermana si tenía una muñeca linda, la más linda; mi hermana le respondió que sí y luego papá le dijo para ir a llevársela de regalo a esta niña, ella accedió de buena forma. Así lo hicieron. Recuerdo a la niña en la cama, yo también fui al menos una vez a visitarla.

Recuerdo que papá me llevaba a las salidas de la Cruz Roja principalmente en épocas de crecida del río, recorríamos la ribera para realizar primeros auxilios y dar indicaciones de salud. La gente se agolpaba cuando se hacían los censos, llegaban niños con diarrea y parásitos y muchas personas con enfermedades crónicas que no podían ser tratadas con primeros auxilios. Recuerdo haber visto señoras con bocio, un viejito con los labios colgando, un joven apunto de ahogarse. Recuerdo haber recorrido el Río Paraguay cuando la campaña de vacunación contra la Poliomielitis y desde una lancha haber dado las dos gotitas a niños en otras embarcaciones, hijos de marineros y personas que vivían en embarcaciones.

Recuerdo que una vez estaba jugando en el patio del frente de mi casa con un tractorcito de plástico que me regalaron. Llegaron unos jóvenes de Manos Abierta, la campaña que recoge cosas viejas de la casa para venderlas y apoyar obras sociales. Una chica me preguntó si no había nada en la casa para dar pues era una campaña para niños pobres. Lo primero que hice fue decirle que no había nada, después se me ocurrió darle mi tractorcito, al comienzo no quiso aceptarlo y yo insistí diciéndole que le faltaba una partecita y que por eso podía darle. Recuerdo perfectamente que ella quedó muy emocionada, me sonrió y me preguntó mi nombre, luego me agradeció y se fue. Después me arrepentí porque quería seguir jugando en lo mismo, pero enseguida me olvidé, hasta ahora reflexiono sobre la pureza de ese primer impulso de dar un juguete mío. Hoy me siento orgulloso de haberlo hecho. Hay cosas que nos marcan mucho en la vida, cosas buenas y cosas malas. Me parece recordar más cosas buenas que malas.

Mamá nos hacía comer y tomar de todo, era terriblemente implacable: jugo de remolacha, zanahoria, perejil!. Milanesa de mondongo, bife de hígado y de vez en cuando había un plato que para mí era el peor: suflé de acelga. En casa se le llamaba “Lágrimas de Ruben” por razones obvias. Hoy me doy cuenta que ella estaba muy preocupada por nuestro desarrollo y por ello nos hacía comer de todo. Ella no se podía quedar quieta un segundo, cuando regresábamos del colegio y parábamos en los semáforos ella tejía; se ponía en verde y dejaba las agujas de tejer en el regazo para volver a retomar el trabajo en el próximo semáforo. Nos hacía pullovers muy lindos. Ella era de luchar para conseguir las cosas, decía: - Hay que pedir con la boca lo que se quiere, hay que querer para conseguir las cosas…-

Así son los recuerdos de infancia, hay muchos otros pero creo que lo principal es contar los estímulos en especial aquellos dados por los padres.

De los 21 a los 28:

A los 18 quería seguir dos carreras, la de administración y la de educación. Papá me recomienda seguir solo una: Administración. Entonces decido estudiar administración y luego un postgrado en educación.

Luego del colegio (18 años) entro a trabajar en Columbia por unos 6 meses, luego me voy otros 6 meses a Kansas para estudiar Inglés. Vuelvo a fin de año y continuo trabajando y comienzo la facultad en marzo de 1996.

Entre los 18 a 22 años hay una introspección muy fuerte sobre quién soy y adonde quiero ir siempre respondiendo estas dos interrogantes con el hacer: estudio y hago cursos relacionados con neurolinguistica, Dale Carnegie, etc. Siempre haciendo cursos “que me sirvan para algo”. Quiero ayudar a desarrollar el país, ayudar a la gente, especialmente los campesinos. Tengo muchas conversaciones con Fabio Rivas nuestro primer rector sobre tecnologías de cultivo, apicultura, etc. Él era químico con doctorado en tecnologías de alimento o algo por el estilo. Visitamos algunos conocidos de él que tenían experiencias en hidroponía y apicultura. Quedo fascinado. Siempre me atrajo la naturaleza y estas personas eran como científicos que aplicaban tecnologías para la producción.

Comencé a experimentar con apiarios de meliponidos, unas abejas pequeñas sin aguijón. Logro mantener colmenas de unas abejas muy chiquitas y de peluquerito.

En 1998 sale en el diario que hay una gran inundación en el Chaco y yo decido participar en ayudar, pues tenía que “hacer algo”. Propuesta la idea, amigos y otras personas organizamos desde la universidad una campaña y llevamos alimentos suficientes para un mes a una comunidad Lengua de la zona de Espinillo. Me doy cuenta que el problema no era la inundación sino que era mucho más complejo. En la última entrega nos preguntan cuando íbamos a volver de nuevo. No podíamos volver de nuevo eternamente a “ayudar” pues la gente que donaba también se iba a cansar de nosotros. Algunas personas comprometidas con la idea nos juntamos y pensamos en realizar una fundación que trabaje sobre temas de desarrollo, le llamamos “Fundación Humanitas”. La idea básica en ese momento era enseñar a pescar y no dar el pescado. Aclaración: Nosotros, jóvenes universitarios, aún no sabíamos pescar!

Al comienzo nos cuestionamos muchísimas cosas principalmente cuestiones que tenían que ver con la injusticia y la pobreza. Eran y son tantas las injusticias que están pasando que hasta fui tentado en abandonar la universidad y dedicarme a “ser revolucionario”, a “luchar contra las injusticias y los opresores” pero sentía que mi espíritu no se encontraba con este ideario por lo que dejo de lado algunas ideas y personas y comienzo a buscar un camino consecuente con mi ser.

En el tiempo de la Fundación Humanitas me dí cuenta que aún tenía que aprender muchísimo más para poder contribuir en el desarrollo de las personas, desarrollé la capacidad de escuchar, comprender y seguir ordenes de otras personas (colegas de trabajo). Lo más importante fue darme cuenta que las ideas “racionales” eran como iceberg que por debajo escondían muchísimas emociones. Cuándo llegaba a las emociones que estaban por debajo de las ideas las cosas funcionaban, esto implicaba mucho esfuerzo y muchas idas y venidas (por las emociones personales y de las personas que trabajaban conmigo). Trabajar con y para la gente implica un compromiso personal de desarrollarse espiritual, emocional y racionalmente para poder comprender las ideas del otro (muy diferente de entender).

Sin darme cuenta, “haciendo”, en la Fundación Humanitas me formé en pensamientos y sentimientos sobre “lo humano” complementando la formación técnica universitaria. Reaprendí a conectarme con sentimientos profundos y no reprimirlos sino más bien explorarlos y reflexionar sobre ellos. Este camino me hace encontrar, en cursos y proyectos, a personas muy especiales. Compartiendo con ellas mi sensibilidad despierta y crece cada vez más. El último proyecto de la Fundación Humanitas fue seleccionado en un concurso internacional, es financiado y dura 6 meses. Al final quedamos exhaustos como equipo y decidimos darnos “una pausa”, en ese tiempo las chicas se casan y la pausa se hace indefinida hasta el día de hoy. Creo que todos los que participamos en ese proceso crecimos muchísimo como seres humanos y las lecciones aprendidas nos sirven y servirán por siempre. Muchas de las chicas están hoy en uno de sus proyectos más importante de vida: Criar un humanito o una humanita. Personas muy queridas todas.

Coincidentemente con el último proyecto de la fundación, muere el fundador de Columbia; Rubén Urbieta Valdovinos, mi abuelo. También defiendo mi trabajo de conclusión de carrera y me recibo como “Administrador de Empresas” (2do. Semestre 2000). Por lo que nuevamente me incorporo a trabajar plenamente en cuestiones relacionadas con la universidad. Ciertamente en ningún momento me desvincule de la misma pero; sí, consideraba: que la fundación no era la universidad y que estaba dividiendo mi tiempo y mi energía.

La forma de trabajar en la fundación me permitió ser mucho más profundo y disciplinado en los trabajos que emprendía dentro de la universidad, buscando siempre la esencia de las cosas, es decir siempre cuestionándome y cuestionando que las propuestas de la universidad verdaderamente contribuyan con el desarrollo humano.

Había preocupación en el ambiente debido a que la crisis financiera también estaba impactando en la universidad y necesitábamos producir resultados no para vivir sino para sobrevivir. Surgían muchas ideas algunas inclusive contradictorias de cómo hacer frente a la crisis. Creo que trabajamos mucho a nivel familiar e institucional para tomar algunas decisiones dolorosas pero que a la larga ayudaron a estabilizar la institución en un contexto de recesión y adversidad económica.

En muchos momentos, a nivel familiar, tuvimos que conectarnos con sentimientos muy profundos para poder hablar abiertamente sobre diversos problemas que “nos dolían” dentro de la institución. Esto nos permitió establecer un lazo de compañerismo en la misión de vida entre papá y los hermanos, que trabajábamos en la universidad, incluyendo el compromiso tácito de decir también las cosas que considerábamos estaban mal y discutir formas de mejorar. En este contexto se desarrollan diversas reformas que tienen que ver con “contener recursos” pero también surge el programa de Becas Rubén Urbieta Valdovinos de Excelencia de Vida que tiene que ver con “dar” (hoy estoy pensando que es “invertir”); algo así como agradecer a la sociedad la oportunidad de poder trabajar en educación.

Las becas RUV de excelencia de vida buscan rescatar los valores que considerábamos orientaron la vida del fundador de Columbia. A su muerte comenzamos a reflexionar sobre él no solo como un familiar muy querido sino sobre su legado como ser humano a su sociedad; como un referente social digno de ser imitado.

Después de 3 años trabajando en cuestiones de comunicación institucional en el 2003 siento que llegaba a mi “frontera de incompetencia” es decir: tenía que continuar con mi proceso de formación. Elijo Brasil como opción donde iniciar estudios de maestría. Al inicio aposte todas mis fichas a un solo programa de Maestría en Administración de Empresas. Trate de prepararme desde Paraguay para el concurso de selección en el 2002 pero no me fue bien; no fui seleccionado. En el 2003 decido que debo dedicarme full time a la preparación para el posgrado y decido inscribirme para una especialización lato sensu en comunicación social como excusa para tener que ir a Brasil. Papá y Mamá se sentían recelosos de mi decisión, tenían miedo que vaya y no vuelva más, pero al ver que estaba decidido a hacerlo no se opusieron. Con el tiempo lo aceptaron y se sintieron orgullosos.

Apliqué para 4 programas, 2 en Administración de Empresas y 2 en Educación. Fui aceptado en los 2 de Educación. En la Universidad Católica de Sao Paulo y en la Universidad de Sao Paulo (USP) me decidí por estudiar en la universidad pública. Inicie las clases en febrero, marzo de 2004.

El año en San Pablo, fue un año de recogimiento, reflexión y estudio. Me enfrente con miedos personales del anonimato y de ser uno del montón, también de competir, de investigar y leer mucho. A veces me preguntaba si estar estudiando todo el tiempo no era una forma de huir del trabajo. Me sentía mal porque estudiar me parecía una suerte de ocio. Pensaba que estaba acumulando fuerzas, que ironía!

Llegué el lunes 26 de Julio de 2004 a casa, hacía un mes que estaba tratando de volver a casa, pues una huelga en la universidad paralizó las actividades y las últimas clases del primer semestre. Los funcionarios no se decidían a volver por lo que no se sabía exactamente si las clases iban a continuar o no. Yo estaba ansioso de ver a mi familia y finalmente me decidí a volver inclusive sin tener novedad cierta sobre la continuidad o no de las clases.

En muchos momentos sentía que me escapaba de asumir responsabilidades, cuando comenzaba a tener éxito en algo, lo delegaba a otras personas para que lo continúen, pensando que mi tiempo todavía no llegaba y luego me venía una ansiedad por saber si cuándo y cómo iba yo a saber que había llegado el tiempo de asumir plenamente mis responsabilidades. Tenía miedo de no reconocer el momento de la llamada, de dejarla pasar. Nunca pensé que se iba a presentar de forma dolorosa, irreversible y tan triste.

El 1ero. de agosto de 2004, como muchos otros paraguayos buscaron a sus seres queridos, nosotros buscamos a Papá, Mamá y a mis hermanas Adriana y Gabriela en los hospitales y luego en depósitos improvisados de cuerpos. Murieron juntos en el incendio del supermercado Ycua Bolaños.

Ya no estaban, se fueron. Mucho ruido, mucha confusión tanta que no se puede pensar solo actuar. Se camina, se corre, se busca, encontramos sus cuerpos pero no más a ellos. Ahora que pienso en ese momento, sé que estábamos destrozados, que lloramos mucho pero en ningún momento dejamos de ser fuertes. Amaneció el 3 de agosto, me levante, salí de mi pieza, me senté en la escalera y lloré nuevamente…

Y ahora qué? Continuar, continuar hacía la misma dirección, paso firme, que nadie se atreva a dudar de nuestras intenciones, con ternura, inclusive permitiéndonos llorar, pero tolerancia cero a quienes se querían aprovechar de la situación. Uno tiene que estar plenamente consciente que en la debilidad de uno, lastimosamente, hay gente que querrá aprovecharse y otra que vendrá verdaderamente con la intención de ayudar. Uno tiene que estar atento, distinguir y aceptar la ayuda y ser firme para rechazar a aquellos que quieren aprovecharse. Siento que hubo más gente queriendo ayudarnos. Algunos se acercaron; otros, muchos otros, rezaron por nosotros en la distancia y también nos ayudaron.

Reuniones de diferente índole con diferentes personas que estaban de una u otra manera relacionados con nosotros: familiares, amigos, colaboradores de trabajo, asesores, etc. Reunión con el rector, luego los directores de carrera, luego los funcionarios y los docentes en un claustro, en todo momento lloramos entrecortadamente, nunca dudamos que el mensaje quedó claro: “La casa está en orden, la sucesión se adelantó 20 o más años, pero estamos listos y debemos ser fuertes para continuar y engrandecer un legado tan noble como el que recibimos. Debemos ser celosos de nuestro trabajo y realizarlo mejor que nunca. Sabemos el camino y ahora nos toca a nosotros caminarlo con paso firme y decidido, cada uno sabe lo que tiene que hacer.”

Sobre el camino del héroe en mi biografía:

Hubieron momentos en que la duda me invadía, hubieron momentos en que me encontré confundido en esos momentos paré y volví a reflexionar sobre mis verdaderas intenciones y opté. Esto lo hice muchas veces en intervalos de tiempo más o menos largos. (Umbral y guardianes de portal). La experiencia se acumuló y parece que a partir del 1ero. de Agosto me dijeron: “A partir de ahora tus decisiones no solo repercuten en tu vida y tu destino sino en la vida y el destino de muchas otras personas”. Creo que hubiera sido una opción desistir dejar que otros asuman las responsabilidades, pensar que yo era una víctima y entregarme a la lamentación y la rabia. No pensé en esa posibilidad, más bien pensaba en que tenía el compromiso de ser fuerte y de transmitir confianza en todas las personas que están vinculadas a la universidad, porque la universidad representaba una buena causa que se tiene que continuar, porque las personas que se acercan a la universidad son personas que desean en mayor o menor medida desarrollarse, pero desarrollarse al fin y yo tengo la bendición de poder trabajar en ello.

Mi sueño:

La desgracia del 1ero de Agosto me hace ver que la degradación llegó a un nivel tal que no puedo esperar que los cambios se produzcan solos o mediante los procesos históricos. Decido trabajar y hablar sobre lo que me toca y corresponde algo así como: que no quiero depender de otro que me diga la puerta está cerrada o abierta sino yo ser el propio protagonista y determinar mi camino, cerrar o abrir mis puertas…

Sueño con provocar a través de la educación ese despertar en que cada persona asuma y reconozca que su potencial como ser humano depende de su propia dedicación y esfuerzo, de que ser protagonista significa ser y hacer y por sobre todo ser responsable de nuestros actos. Sueño con que las personas nos respetemos y que seamos conscientes de nuestra dimensión humana y social, sueño con que las personas piensen, sientan y quieran trascender como seres humanos y que esta trascendencia nos lleve a la felicidad.

Sinceramente creo que es un sueño posible y que debemos iniciar este proceso ahora en los lugares que nos toca vivir y en particular con nosotros mismos. También creo que no es un sueño personal, sino que hay otras personas que están pensando igual; que debemos concentrar fuerzas y cada uno realizar lo que le toca y donde le corresponde. La transformación será algo irreversible y un resultado de la dedicación y el esfuerzo que le demos; determinará nuestra contribución a la sociedad paraguaya y al mundo. Creo que siempre que caminemos en la dirección a nuestros sueños el éxito estará asegurado. Puede que encontremos obstáculos enormes, pero siempre los atravesaremos si estamos comprometidos con nuestro sueño. Todo es posible, hay que soñarlo!

Creo que mi sueño a medida que camino se hace más nítido y a medida que avanzo los desafíos se hacen cada vez más visibles. No sé hasta dónde llegaré, estoy en los inicios de una vida (29 años). Algunas personas me insinuaron el riesgo de perderse por el camino, yo sé que existe ese riesgo, pero quiero considerar mi camino hasta hoy, a pesar de enormes tristezas, me siento conforme con lo que hemos logrado y creo que efectivamente la fórmula: el sueño, el esfuerzo, el éxito es una fórmula infalible como lo dijo papá en la última colación que le tocó presidir.

A soñar y trabajar…

Rubén Urbieta Domínguez 25-11-2005

rud/2005-11-26_mi_camino_y_mi_sueno.txt · Última modificación: 2021/08/15 22:05 por Ruben Urbieta