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Senderos de un Camino Interior: Primera Muestra Fotográfica de Rubén Urbieta Domínguez.

Observar y registrar, dos actividades realizadas por un joven durante los últimos 10 años (1993 – 2003). Aprender a Ser; crisis y crecimiento, una transformación interminable reflejada a través de una cámara. Observar el mundo significa en cierta manera cambiar, pues al percibir la existencia de lo otro, uno se identifica como YO y surge la necesidad de transformación interior. Este es un recorrido de ida y vuelta, de lo externo y lo interno hasta llegar al equilibrio, a la paz; un lugar, un camino dónde no existe tiempo, ni espacio, donde percibimos que lo externo es interno y que no existe ni YO ni lo OTRO.


La siguiente muestra fotográfica representa para mí el registro de una búsqueda personal de la razón de nuestra existencia, reúne fotografías entre los años 1993 y 2003.

Qué pasó en mí?, qué transformación ocurrió a lo largo de 10 años?. La respuesta sencilla sería decir que maduré, pero también creo que en cierta forma he despertado. Despertar y tener conciencia da una tremenda alegría, principalmente porque se disfruta lo que se hace, porque se hace de manera consciente y por libre decisión, pero también da una profunda tristeza porque desde el momento que eres consciente de que tienes un universo por descubrir, también se toma conciencia de que muchas personas aún no pueden visualizar este otro nivel de realidad.

Elegí Ver, e inclusive registrar lo visto, ahora después de 10 años tengo la oportunidad de compartir algunos resultados de esta búsqueda.

Despertar, ver y sentir creo son los primeros pasos para construir la Humanidad. Son los primeros pasos para iniciar una transformación personal y social.

1976 – 1993

Recuerdo que cuando niño maté muchos insectos y animales, con el fin de observarlos. Tenía un microscopio, lupas, una pinza y algunas cajitas de plástico para guardar mis objetos de estudio (alguno que otro infortunado insecto). Observaba sus partes, sus texturas: pelos, bocas, cabezas, alas, patas, aguijones, etc. Para verlos tenía que matarlos pues no se quedaban quietos, en realidad creo que más que en la muerte de los insectos estaba interesado en la vida de los mismos, al comienzo y debido a mí inexperiencia mataba a los insectos pues tenía miedo de mordeduras y picaduras pero luego me di cuenta que los animales vivos eran más interesantes que muertos; así junte en una caja a todos los sapos de la granja de mí abuela (sabía dónde vivía cada uno de ellos), una lagartija me mordió mientras trataba de ponerle mercuro cromo en lo que le quedaba de cola y junte todo tipo de arañas, escorpiones y cien pies encontrados en el patio baldío al lado de mí casa.

Los animales inofensivos y beneficiosos eran liberados luego de pasar por un minuciosa observación y aquellos que podrían atentar contra nuestra integridad, bueno a esos también los largaba pero alguien (muy a pesar mío) se encargaba de “caminar rápidamente” sobre ellos.

No tenía permitido entrar a mí cuarto (en realidad a la casa) con bichos peligrosos vivos. Cumplía a desgana esta orden hasta que un día un insecto montes (que yo creía muerto), bastante grande y extraño “resucito” y escapó dentro de mí ropero. Aparecía de vez en cuando moviendo unas antenas más largas que su cuerpo y no podía darle muerte pues me atemorizaba y dudaba si era el bicho o su fantasma que volvía para vengarse. Después de una semana apareció fuera del armario, a campo descubierto, listo para la confrontación final, creo que gaste medio envase de insecticida (el mismo del cual él había sobrevivido en la batalla anterior).

Su muerte me apenó pues fue un digno adversario y el hecho que sobreviviera y luchara no solo le daba vida sino también parecía que pensaba y se comunicaba.

Yo miraba muy de cerca a los insectos (algunas veces demasiado cerca) lo que normalmente atemoriza y parecía feo, de cerca; resultaba bello. Sea o no peligroso. Era algo que no se podía explicar, se tenía que mostrar y para mostrar había dos opciones, el bicho o un registro del bicho. Tenía unos 11 o 12 años cuando la idea del registro comenzaba a rondar mí mente.

Mis primeras fotografías fueron mentales: Observaba, como unos sapos se alimentaban de insectos cerca de una luz fluorescente. En realidad estaba interesado en ver la lengua del sapo y saber si era tan larga como la del camaleón. Quería capturar el momento exacto en que la lengua salía de la boca del animal. Era cosa de fracción de segundos y no precisamente algo que otras personas disfrutarían viendo en fotografías! Por suerte esta rudimentaria idea de tiempos de mí niñez por su gran desafío técnico (congelar un acto de alta velocidad) no se llevó a cabo, sin considerar, claro, que un sapo común no es muy fotogénico que digamos.

1993

Decído comprar una cámara: Mi padre me compra una computadora y al poco tiempo se la revendo (por el mismo precio) y compro mí primera cámara fotográfica. Mis primeras tomas son emocionantes pero los resultados algo decepcionantes, aún no tenía un dominio de la cámara (en realidad la cámara me dominaba a mí).

Mí equipo inicial consistía en una Canon EOS 100 y una lente 100 - 300 mm. Tenía la idea de fotografiar la naturaleza en particular animales e insectos, como aquellos observados en mí niñez. Pero surgió un problema: era mitad niño – mitad adulto.

Según mí concepción yo ya era grande y quería que me traten así. Los insectos fueron suplantados por otros intereses que tenían que ver con procesos hormonales y el descubrimiento de que “había sido” las mujeres eran lindas.

Lógicamente la barra de amigos se iba afianzando y transformando hacía el grupo de Farra. También tenía una necesidad de conocer nuevas personas, afiance algunas amistades y también hice otros nuevos amigos aparte de aquellos que andábamos en bicicleta desde chicos. Eso creo que se refleja en las fotografías de 1993, 1994 y algo más en 1995.

1994

Ultimo año de secundaria, en sexto curso éramos los “maestros del universo”, sabíamos todo y los más chicos nos preguntaban a nosotros. Yo era una especie de reportero de lo que pasaba en el colegio y en nuestro curso. Hay cada cosa!

1995

Viajo a Estados Unidos y conozco otras personas y otras culturas. Pasaba mucho tiempo con la barra de Tailandeses que me parecían personas de mí país.

1996

Ya llegado a Paraguay me decido a estudiar algo de fotografía. Mejoro bastante la calidad de los resultados.

1998

Transformar el Mundo, necesidad de buscar ideales y cambiar algo!. Comenzamos la Fundación Humanitas. Veo injusticias y me conecto con el sentimiento de impotencia y de rebeldía. De hecho creo que no fuí el único, algunos de nuestros políticos parece que también entraron en esa.

1999

Afianzando ideales, voy a Brasil a un curso vivencial para formación de agentes juveniles de transformación social (???). Universidad Abierta para los que conocen. Veo injusticias y adversidades pero siento que puedo hacer algo y que no hay que sentir impotencia ni tener rebeldía. Siento pena por los que tiran piedras, veo personas a mí lado heridas, no siento rabia, no es mí lucha. Cómo pueden luchar y matarse entre hermanos!!!

2000

Soy fotógrafo oficial de la 2da. Universidad Abierta en Santos Brasil. Excelente oportunidad de conocer la naturaleza del Ser Humano.

2001

Cámara digital, nuevo lenguaje, continuar aprendiendo.

2002

La vida continua…

rud/senderos_de_un_camino_interior.txt · Última modificación: 2012/09/14 01:19 (editor externo)